lunes, 29 de agosto de 2011

La TecnoBasura y el Mundo...

La violación del Convenio de Basilea por parte de las potencias occidentales hace que anualmente se exporten 50 millones de toneladas de residuos tóxicos de acuerdo con cifras de las Naciones Unidas, que tienen como destino países subdesarrollados de Asia y África.
El costo del reciclaje es superior al del embarque de desechos electrónicos, que son manipulados por miles de niños en basureros destinados a separar los metales, con las consecuencias nocivas que esta actividad causa en la salud y en el medioambiente. Las imágenes de niños indigentes revolviendo montañas de basura impresionan a los televidentes occidentales y les indigna. Sin embargo, los consumidores de televisores u ordenadores personales constituyen una parte responsable de que esos menores de edad se contaminen, al separar componentes altamente nocivos para su salud.

La falta de políticas gubernamentales de los países europeos que regulen y controlen el desecho de millones de artefactos electrónicos es el otro factor fundamental del problema. 
El Convenio de Basilea de 1989 prohíbe la exportación de chatarra electrónica a terceros países sin su permiso. Pero usualmente esos desechos se disfrazan como "Artículos de Segunda Mano" o de donaciones de ordenadores y televisores a escuelas de países subdesarrollados, aunque sólo una cuarta parte de la basura electrónica se pueda reutilizar. El barrio de Agbogbloshie situado en Accra, la capital de Ghana, se ha convertido en uno de los mayores cementerios clandestinos de basura electrónica del mundo. Este distrito marginal está constituido por numerosas callejuelas en donde se apilan desechos de televisores, teléfonos móviles, heladeras y computadoras, principalmente provenientes de Europa y Estados Unidos.
Allí, miles de niños separan los elementos sin ninguna protección, para venderlos luego a los recicladores de metales. Estos menores marginados, que jamás utilizaron un ordenador, se exponen a sustancias altamente tóxicas como plomo, mercurio, cadmio, cromo, selenio, y además azufre y litio provenientes de las baterías.
El material sobrante está compuesto principalmente de plástico, que es quemado allí cerca, generando aun más combustión tóxica que se esparce a varios kilómetros de Agbogbloshie, lo que produce también innumerables enfermedades respiratorias.



Guiyu, una ciudad situada en la provincia de Guangdong (sur de China), se ha convertido también en uno de los mayores vertederos de basura electrónica de la Tierra. En esta urbe acaba buena parte de los residuos tecnológicos que se generan cada año en todo el planeta. De los 150.000 habitantes de Guiyu, el 95% se gana la vida abriendo y desmontando ordenadores y otros aparatos electrónicos, exponiéndose, sin ningún tipo de medida de seguridad, a numerosos componentes tóxicos, como plomo, cadmio o mercurio.
Ciertos efectos comprobados científicamente que causan la basura electrónica:
Erupciones en el cutis, problemas estomacales, problemas respiratorios, debilitamiento del sistema inmune, daños en los riñones e hígados, alteración del material genético, cáncer de pulmón, daños al sistema nervioso, daños al cerebro, reacciones alérgicas, retardamientos en los sistemas de reproducción, daños de los huesos, fracturas de los huesos, incremento de la presión sanguínea, abortos, disminución de habilidades de aprendizaje del niño, etc.
El año pasado, Brasil envió de vuelta a Gran Bretaña 920 toneladas de basura tóxica y doméstica que había intentado ingresar al país en contenedores etiquetados como material plástico para reciclaje.
A pesar de que la UE firmó el Convenio de Basilea en 1994, no se han puesto en práctica sus reglas de manera efectiva, ya que sólo un tercio de sus residuos son tratados bajo las normas de protección ambiental.



De los 172 países que han firmado el Convenio, tres de ellos no lo han ratificado: Estados Unidos, Haití y Afganistán. De acuerdo con la agencia de Medio Ambiente del gobierno de Washington, solamente en EE.UU. se desechan 40 millones de ordenadores cada año.
Las compañías deberían diseñar productos menos contaminantes y reducir la cantidad de elementos nocivos, para que su reciclaje sea lo más ecológico posible. Por su parte, los gobiernos podrían crear una tasa que se destine a la construcción de plantas de almacenamiento y reciclaje, para evitar la exportación irresponsable de los desechos.
Es cierto que en varias regiones de Latinoamérica no existe legislación alguna acerca de la basura tóxica, pero los usuarios pueden contactar con Organizaciones No Gubernamentales (ONG) que se encargan del reciclaje y que están presentes en la mayoría de los países.

Es importante destacar que durante la vida útil de los equipos eléctricos y electrónicos, sus materiales dañinos no representan una amenaza, al estar contenidos dentro de circuitos, placas, cables, etc. El problema al margen de la exportación al tercer mundo es que una importante cantidad de los aparatos son arrojados a rellenos sanitarios, incinerados o desechados en basureros clandestinos, cuando no son dispuestos junto con la basura ordinaria, tirados y amontonados en la vía pública, incluso cerca de nuestra casa.
De esta forma, “estos artefactos reaccionan y liberan tóxicos al suelo y a las fuentes de agua subterránea, que es la que en parte sale del grifo y además con el hidrogeno que hay en el aire expulsando vapores tóxicos.”

Los volúmenes de residuos electrónicos están creciendo. Su industria va en aumento. Es hora, entonces, de que los grandes fabricantes de electrónica asuman la responsabilidad por los impactos ambientales de sus productos, hasta el final de su vida útil.
En definitiva, quizás llego el día en que todos –industriales, sector público y privado, consumidores- nos comprometamos con un tipo de basura, para la cual, no disponemos de días ni horarios de retirado y tengamos siquiera diez minutos para pensar en los niños de los basureros del tercer mundo.




1 comentario:

  1. Para quienes les interese, les dejo una webquest sobre la tecnobasura.
    www.noalatecnobasura.com.ar
    Una webquest es una actividad aúlica mediante la cual los alumnos construyen un producto multimedia sobre una temática y en el camino buscan información y adquieren conocimiento.

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