martes, 6 de septiembre de 2011

Argentina: Aparatos con finales felices

Domingo 03 de julio de 2011 | Publicado en edición impresa La Nación

Hay cosas que se vuelven obsoletas  en tiempo récord: computadoras, teléfonos celulares o inalámbricos, impresoras, reproductores de MP3,  televisores, multiprocesadoras… Y con el descarte veloz llega la contaminación. La obsolescencia programada es la planificación de la vida útil de un producto: el fabricante calcula, de antemano, cuánto va a durar. También existe la obsolescencia percibida: cuando el producto sigue siendo útil, pero… pasó de moda y ya no resulta deseable o apropiado para el consumidor.

Según cuenta el documental Comprar, tirar, comprar, de la alemana Cosima Dannoritzer, la primera víctima de esta práctica fue la lamparita. En 1881, Thomas A. Edison puso en venta la primera bombita de luz,  que duraba 1500 horas. En 1924 se anunciaron modelos con 2500 horas de vida útil, pero un año después los fabricantes acortaron técnicamente la duración a 1000 horas. Desde entonces, esta manera de producir se extendió y llegó al extremo con el surgimiento de los productos pensados para un solo uso; es decir, descartables.
Según el último informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), en 2050 la humanidad llegaría a consumir  por año 140.000 millones de toneladas de minerales, combustibles fósiles y biomasa. Tres veces más que ahora y casi 25 veces más que en 1900. Razones: el crecimiento de la población, el desarrollo de los países y los niveles mucho más altos de consumo.

“Cuando el crecimiento económico es la única estrategia para terminar con la pobreza y causar felicidad, el consumo se va convirtiendo en el objetivo de nuestras vidas”, opina Christian Tiscornia, director de la organización Amartya, orientada hacia temas de sustentabilidad económica, social y ambiental, canalizados a través de la educación.
La obsolescencia programada, además, es un peligro para los recursos naturales. “La industria de la electrónica necesita materiales como cadmio, mercurio y plomo, todos recursos que se agotan. Además, gracias a este diseño para el basurero, estos componentes van a parar, en un corto tiempo, a rellenos sanitarios o basurales a cielo abierto, lo que afecta la salud de los vecinos”, analiza Yanina Rullo, de Greenpeace.
Un dato que espanta: entre 2002 y 2010, la venta de productos electrónicos en la Argentina aumentó el 891 por ciento, según la consultora Euromonitor Internacional. Sólo la venta de televisores LCD y LED llegaría este año a 1.400.000 unidades, frente al millón de 2010. Esta realidad, alentada por los descuentos, el pago en cómodas cuotas y la inflación, implica un descarte creciente de los aparatos tradicionales de televisión, con tubos de rayos catódicos, que contienen entre 2 y 3 kilos de plomo. Y aún peor: en el país se recicla menos del 2% del total de los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos.
“Llegó el momento de consumir menos y de forma más eficiente. Pero hace falta un cambio profundo en el nivel individual, y que  las empresas asuman un mayor compromiso social para producir responsablemente, los gobiernos fomenten la sustentabilidad y los colegios nos enseñen desde chicos a vincular al ser humano con la naturaleza”, opina Tiscornia.

El primer paso ya está dado: hay más consumidores con conciencia ecológica. Una encuesta de la consultora TNS muestra que el 65 por ciento de los argentinos conoce las consecuencias del mal manejo de los residuos electrónicos. Para reducir la contaminación por estos desechos, el 23 por ciento propone exigir a las empresas programas de reciclado, el 19 por ciento vota por poner en las calles contenedores exclusivos para estos aparatos, y un 18 por ciento sugiere multar a las compañías que no bajen el nivel de compuestos tóxicos de sus productos. Y el 50 por ciento prefiere elegir productos o servicios de empresas con políticas ambientales.
En el nivel corporativo, una opción verde es la responsabilidad extendida del fabricante, que responde por todas las etapas de la vida útil de su producto, incluso la recuperación, el reciclado y la disposición final. Además, diversos estudios señalan que los negocios sustentables reportan mejores ganancias.
Para Annie Leonard, autora del documental y del libro Story of Stuff ( La h istoria de las cosas), los metales tóxicos deberían dejarse bajo tierra y, para eliminar su uso, habría que rediseñar los procesos y productos industriales, como pasó con los termómetros de mercurio o la pintura a base de plomo. Con este fin, la innovación tecnológica orientada hacia la sostenibilidad es un requisito esencial.
“La tecnología permite equilibrar consumo, ambiente y salud con el diseño de productos duraderos, con menos materiales peligrosos y minimizando los desechos a través del reciclado”, opina Leila Devia, directora del Centro Regional Basilea, con sede en el INTI, cuya misión es capacitar y transferir tecnología sobre desechos peligrosos.
Claro, el Estado también cumple un papel en esto, regulando  la producción e incentivando a las empresas para que se vuelvan sustentables. Así, en abril, el Senado de la Nación aprobó el proyecto de ley sobre gestión de aparatos eléctricos, electrónicos y sus residuos. La norma, que será revisada por la Cámara de Diputados, considera a los fabricantes responsables del producto incluso después de convertirse en basura.

Se suman, además, iniciativas de organizaciones sociales y cooperativas, como la Fundación Equidad, en la ciudad de Buenos Aires, o la Unión 20 de Agosto, en Bahía Blanca, que organizan campañas de recolección de equipos informáticos descartados, para reacondicionarlos y donarlos  a escuelas y otras instituciones.


Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente http://www.pnuma.org
Fundación Equidad donaciones@equidad.org, begin_of_the_skype_highlighting              4307-8150      end_of_the_skype_highlighting, interno 1354307-8150
Documental Comprar, tirar, comprar (en castellano) www.rtve.es/television/documentales/comprar-tirar-comprar Documental
Story of Electronics ( La historia de los productos electrónicos, en inglés)

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